Tercera entrega de las renovadas aventuras de Lara Croft, y punto y final a la trilogía de los orígenes de la caza tesoros más famoso del mundo. Todo empezó en 2013 con Tomb Raider, un reboot a la serie bien necesario y en el que se vislumbraba los cambios y novedades empleados. Acercándose (en ciertos aspectos) a lo que ofrecía la serie Uncharted, que sin duda se ha inspirado a su vez en las aventuras de Lara Croft, pero aportando su sello propio. Rise of the Tomb Raider, en 2015, seguía los mismos pasos con otra aventura trepidante y con mucha más exploración posible en una especie de falso mundo abierto. Avanzamos a 2018, y con un cambio de equipo en el que Eidos Montréal le toma el testigo a Crystal Dynamics (ocupados con la licencia Avengers que ha desaparecido de los radares). Un cambio que se hizo notar en el producto final, que está un poco por debajo de sus antecesores.
Shadow of the Tomb Raider no renueva mucho la serie y los pocos cambios aportados (sigilo, sistema de medicinas y exploración acuática) casi perjudican más al juego que otra cosa, sobre todo el primer punto. La mera presencia de esa novedad da la impresión que las escenas de acción han disminuido, o por lo menos no son tan bien balanceados.
Aprovechando el decorado usado para la trama del tercer título, la jungla del Amazonas, se nota que el énfasis del gameplay se basa en el sigilo, permitiendo, por momentos, a Lara cubrirse de lodo para esconderse entre las paredes y pasar desapercibida o esconderse así sin más en la hierba alta. Dejando las pistolas y el arco, bastante usados en los otros episodios, en un segundo plano por momentos.
Cierto es que no es ninguna obligación seguir esa vía pero el juego parece favorecer ese cambio. Aunque aviso a navegantes, si lo tuyo es ir de frente ten en cuenta que a mayor nivel de dificultad, más rápido (con dos o tres disparos enemigos) morirás. Algo frustrante para los que no les interesa esconderse hasta el momento adecuado.
Ni siquiera la integración de un sistema de medicinas (cura, fuerza, visión y tiempo), desbloqueables en la pantalla de habilidades, permite balancear ese problema. Porque resulta complicado lidiar con los tiros enemigos, los que atacan cuerpo a cuerpo y poder tomar esas «ayudas» con la cruceta direccional.
Ese enfoque es tan grande que una vez acabado el juego, no existe la posibilidad de volver a hacer enfrentamientos, ya que los enemigos desaparecen para siempre. Muy a diferencia de lo ocurrido con Rise of the Tomb Raider por ejemplo, en el que había lugares en el que sí reaparecían y por lo tanto era posible empuñar el arco de nuevo. Hasta los animales se hacen más escasos en Shadow of the Tomb Raider, y la caza pierde cierta gracia.
Puedo entender que quizás por razones narrativas no quieras permitir que vuelvan a reaparecer enemigos en ciertas zonas. Pero una vez el juego acabado, este propósito pierde de su fuerza. No obstante, siempre es posible empezar una nueva partida + (algo ya habitual en los juegos de hoy en día) con todo lo conseguido (tanto armas como competencias) y probar un nivel de dificultad más elevado; que por cierto, puede programarse según tres aspectos: pelea, puzle y exploración.
Sé una gran saqueadora de tumbas
Pero el punto fuerte es sin duda la exploración de las tumbas de desafío, con un total de nueve. Disfruté mucho resolver cada una de ellas y romperme el coco (aunque tampoco es que eran del todo difícil) llegar hasta el final para recibir mi recompensa. Queda por ver ahora si las que se van a añadir los siguientes meses, mediante la compra del season pass, serán igual de interesantes. Explorando esas tumbas me dio una sensación de volver a anteriores entregas, a los orígenes de la serie y sobre todo a su propio título. O eso o la idea que tengo de la serie está muy equivocada.
La verdad es que la aventura se hizo mucho más interesante gracias a esos desafíos que por la propia historia. La exploración acuática también ha sido bien integrada al juego, y casi se hecha de menos la falta de la presencia de un tiburón. Habrá que conformarse con las malditas pirañas.
Aún es temprano por pensar ya en la siguiente entrega, pero sí hay una cosa segura, es que si Eidos Montréal vuelve a dirigir el próximo título, bien harían en seguir los mismos pasos en cuanto a las tumbas de desafío. Intentando hacer todo lo posible para incrustarlos incluso en la trama narrativa, como sería el ejemplo de la prueba del águila. El contenido secundario está bien denso, y se agradece que haya tantas cosas que poder hacer una vez la partida acabada, o incluso para alternar entre la misión principal y las secundarias. Solo les falta balancear mejor la fórmula entre secciones de acción y las de aventura/puzle.
De la inexperiencia a la madurez
Debo reconocer que la historia de Shadow of the Tomb Raider tampoco me convenció mucho pero no obstante estuvo bien en el conjunto de la trilogía. Seguimos el rastro del padre de Lara al igual que Trinity, que está en todos los sitios. Una búsqueda que empieza en México y que nos desvela quién está al mando de la organización. Es verdad que el cambio de equipo al completo ha podido perjudicar tanto al guion como a la mecánica del juego, pero Eidos Montréal se ha defendido bien. Por cierto, las imágenes usadas para ilustrar mi análisis son capturas mías sacadas del juego. Así que sí, se luce de maravilla.
A lo largo de los tres juegos, hemos acompañado a Lara Croft en una aventura en el que se descubre a sí misma, haciéndose al final de este juego la caza tumbas que es. Cada juego ha tenido un enfoque diferente y bien notable. En Tomb Raider vemos una Lara Croft totalmente inexperta y que deberá aprender en el momento a sobrevivir (matar o ser matada).
En Rise of the Tomb Raider, como lo dice el nombre es el crecimiento del personaje, como un pasaje de la niñez al mundo adulto. Se empieza a notar a una Lara con más confianza en sí misma, y sin miedo al enfrentamiento.
Mientras que este episodio pone todo en entredicho, y obliga a Lara Croft a cuestionarse. Su obsesión por saber la verdad sobre su padre (y la relación que pudo tener con Trinity), le ha impedido darse cuenta los riesgos que está tomando y el peligro que corre pero también en el que mete a los que la rodean. Hasta el punto de poner en entredicho su amistad con Jonah.
Quizás esa es la otra gran fuerza del juego, en el que a lo largo de la aventura, vemos poco a poco el cambio de Lara Croft. Pasando de estar tan segura de sí misma pero sin fijarse en las consecuencias, hasta cuestionarse cualquier decisión y quedarse bloqueada. Acaba dándose cuenta que sus acciones pueden tener consecuencias desastrosas.
El final del juego cierra de manera brillante la trilogía y consagra por fin a Lara Croft el título de caza tumbas (tomb raider), dando ganas de ver dónde la británica y Jonah nos llevarán después.
Un buen juego pero…
En la cuenta global, Shadow of the Tomb Raider supo entregar una experiencia entretenida, con mucho contenido secundario pero con unas decisiones de juego no tan acertadas. Se hecha de menos las situaciones de acción con la pistola o el arco, para favorecer demasiado el sigilo ya que si uno prefiere ir de frente, se encontrará muy a menudo con el game over (sobre todo en los niveles más altos de dificultad) y lo complicado que es gestionar las diferentes medicinas (cura, fuerza, visión y tiempo) al mismo tiempo que lidiar con los enemigos. Unas mecánicas de juego que necesitan ser pulidas para la próxima aventura. Se cierra así una trilogía muy interesante en el que la evolución de Lara Croft es palpable, y en esta entrega se disfruta ver como a lo largo de la aventura se replantea su manera de ser y su obsesión en la búsqueda de tesoros antiguos.
El juego no es malo pero quizás los cambios aportados, y su fecha de lanzamiento (demasiado cerca de un tal Marvel’s Spider-Man e incluso de Dragon Quest XI) le habrá perjudicado mucho más de lo que se merece. Si eres fan de Lara Croft, o estás en busca de un buen juego de aventura, no dudes en darle una oportunidad. Seguro que en esas fechas se puede encontrar el juego a buen precio, vale la pena ver la consagración de la caza tumbas más famosa del mundo.