Llevaba mucho tiempo con ganas de ver la nueva película de Alfonso Cuarón, incluso antes de su estreno en Netflix. Su estreno en el canal de streaming me pilló de viaje y no parecía justo verla en la pequeña pantalla de mi tableta. Ya que tampoco la iba a ver en un cine, lo mínimo que podía hacer, era verla en mi televisión.
Los primeros minutos me demostraron por qué Roma es una clara candidata a llevarse unos cuantos trofeos en la gala de los Óscars, pero al mismo tiempo me entró una especie de aburrimiento de la trama en sí. No me cabe ni la menor duda que a nivel de dirección y cinematografía, que por cierto está también al cargo de Cuarón, estamos ante una obra de arte.
Pero la historia en sí no me llevó más allá a lo largo de las más de dos horas que duró. Eso sí, hubo varios momentos llamativos que me causaron un gran impacto.
El primero sería la escena del parto, acompañado con lo que viene justo antes, en el que se mezcla la Historia (de México) con la historia (de Cleo) y la segunda la de la playa, que sin saber que iba a ocurrir algo, intuí que la apertura de la película era una especie de premonición.
Personalmente, ver el movimiento del agua en el patio de la casa me hizo pensar en las olas del mar, y como me imaginaba que iba a haber una escena en la playa, por el cartel publicitario (ese que puse al principio de la entrada), estaba convencido que había una conexión entre ambas escenas. O por lo menos dejaba intuir algo, sin saber qué podía ser.
Pero la verdad es que se nota, y mucho, que Roma es mucho más que una película para Alfonso Cuarón, casi como una autobiografía de su propia infancia visto a través de los ojos de la persona que lo crió. Algo que si no fuera por Netflix, hubiese sido casi imposible de realizar, por todo lo que conlleva.
Una película de habla hispana, que cuenta la historia de una familia de clase media y de su criada en el México de principios de los 70, con una protagonista de ascendencia mixteca.
Aunque el afán de la plataforma de streaming en conquistar un Óscar pueda haber pesado en la balanza (de financiar el proyecto). También está en juego la posibilidad de atraer a directores de renombre que aún no confían del todo del cambio de orden de cómo se distribuye, y ve, una película. Sobre de todo de las posibilidades de optar a ganar premios importantes, o por lo menos entrar en las quinielas a posible candidato.
Volviendo a la película en sí, como ya mencioné antes, no se le puede reprochar absolutamente nada a Cuarón en los apartados de la realización y de la cinematografía, pero el desenlace de la película me pareció muy lento y casi aburrido. Hasta se me hizo un poco larga
Y ahí está en parte mi problema con Roma, en el que el protagonista principal (para mí) no es Cleo, o la familia que la emplea, sino todo lo que los rodea. Cuarón hizo una película tan intimista, que a mi gusto se olvidó de su audiencia, en llevarla de la mano de principio a fin, también a través de la narrativa.
Con eso no quiero decir que no ocurre nada o que la vida de los personajes son aburridas, sobre todo con las similitudes que hay entre Cleo y la señora Sofía, pero su puesta en escena si lo ha sido. Es una pena porque en el caso contrario, Roma bien podía haber entrado en el club de las obras maestras.
Entiendo perfectamente el mensaje y la importancia para Cuarón de esta historia, ya que se hace muy presente en la película pero la definición no ha sido acertada. No obstante, me parece imprescindible verla, sobre todo que está disponible en Netflix.