Si de todos los estrenos para este año había una serie que estaba esperando con muchas ganas, esa era The Get Down. El hip-hop es uno de los géneros musicales que más me gustan, y el universo (DJ, Graffiti, Breakdance, …) que le rodea también me ha interesado mucho. Poco más necesitaba, por lo tanto, para tener ganas de descubrir esta serie de Netflix, y si a eso le añadimos que el creador de la serie es nada más y nada menos que Baz Luhrmann (Moulin Rouge, Romeo + Juliet, El Gran Gatsby, …) pues mejor aún. La música es una pieza central en las obras del director de cine, y el hecho de que hiciera una serie que se iba a centrar en los inicios del hip-hop, a finales de los años 70, y en pleno Bronx, no se podía pedir más. Si añadimos el hecho de que la serie ha tenido un presupuesto que ronda los 120 millones de $ (o por lo menos se rumorea que costó alrededor de este precio), no puede existir margen de error para Baz Luhrmann y su ficción/documental sobre el nacimiento de un movimiento musical.
Come set me free
Con eso en mente, no es de extrañar que el propio Luhrmann decidiera realizar el primer capítulo, un poco al mismo estilo que Martin Scorsese con Vinyl, otra serie también enfocada en el universo de la música y que comparten ciertas similitudes a pesar de ser muy diferentes. Ambas tratan de la música aunque con enfoques distintos, y tanto The Get Down como Vinyl tuvieron un primer capítulo que bien podría haber sido una película (1 hora y 30 minutos y 2 horas respectivamente). El problema tanto de Scorsese como de Luhrmann, es pensar que es posible copiar lo que hacen en el cine en la pequeña pantalla, y ese es un gran error que se paga muy caro. La diferencia entre el primer capítulo de The Get Down con el resto de la primera parte, es bastante notable. Sobre todo el toque personal de Luhrmann en la narración y la manera de encadenar las historias entre sí. Si una persona solo tuviera tiempo para juzgar una serie con el primer capítulo, es muy probable que The Get Down no aprobara. A pesar de que la serie es muy interesante, y se mejora bastante en los siguientes capítulos. Quizás Luhrmann se enfocó demasiado en ese primer capítulo y en hacerlo tan perfecto y a su estilo que acabo siendo algo confuso. Había aspectos que no pegaban en absoluto, y que fueron desapareciendo con el cambio de directores. The Get Down está lejos de ser perfecta, y tiene muchos fallos que no la permiten estar al nivel de Stranger Things (otra producción de Netflix), pero esos pequeños errores se van borrando poco a poco si uno se aleja y lo ve con una perspectiva global de la serie, y si no se toma demasiado en serio ese toque de fantasía que es muy visible en el piloto, y algo menos en el resto de la temporada. Claro está que las personas que, como yo, les encanta el mundo del hip hop serán más proclives a perdonar esos fallos y alegrarse de escuchar canciones míticas, no solo de hip hop sino también del disco por ejemplo (al que uno de los protagonistas aspira a ser cantante de disco), o la primera vez que escuchamos a un tal Grandmaster Flash hacer de DJ.
Un casting prometedor
Música aparte, uno de los mejores aspectos de la serie es quizás su joven reparto. Los protagonistas principales están interpretados a las mil maravillas gracias a Justice Smith (en el papel de Ezekiel Figueroa), Herizen F. Guardiola (Mylene Cruz) y Shameik Moore (Shaolin Fantastic). Ese último era un aliciente más para ver la serie, después de descubrirlo en la excelente película Dope, y que apunta a gran estrella de Hollywood. Quizás tan solo Jaden Smith (Dizzee) parece estar un poco por debajo del resto, aunque no le ayuda el hecho de que su personaje parece estar en otro mundo. Si es cierto que la serie tiene un gran enfoque sobre esos jóvenes críos del Bronx, los adultos no están olvidados y para ello tenemos la presencia de dos grandes actores como lo son Giancarlo Esposito (Breaking Bad) o Jimmy Smits (Sons of Anarchy). Los actores y la música, que está mucho mejor integrada a la serie que Vinyl, permiten tener un buen hilo conductor de la historia que parece a veces algo exagerada, con ese toque muy kung-fu propio al personaje de Shaolin Fantastic por ejemplo. Desconociendo exactamente la situación del Bronx de esa época no sería capaz de juzgar si los hechos están bien descritos o no, pero lo cierto es que lo que sí se puede destacar es que, un poco al igual que la película Straight Outta Compton, a pesar de situarse a finales de los 70, gran parte de lo contado se podría fácilmente asimilar con la situación actual que está viviendo Estados Unidos. Quitando quizás el aspecto de barrio en ruinas y la quema de edificios.
Porque uno de los temas principales, con el scratching y los inicios del hip hop, es la vida de esos jóvenes en un barrio pobre y marginado que intentan escapar de sus problemas de la única manera que pueden, gracias a la música que es para mi el alma de la serie, y dónde no fallaron, al contrario de Vinyl. En el primer (o segundo) capítulo, se explica qué es un «get down» y la verdad es que el nombre le va como un guante como título para la serie, no solo por la temática pero también por la historia de esos chavales que intentan crearse un futuro mejor.
The Get Down está lejos de ser perfecta, sobre todo para los que no son tan aficionados al hip hop y sus inicios a través del scratching. Pasado el primer capítulo algo confuso y con una realización en la que se nota demasiado la pata artística de Luhrmann, la serie logra rehacerse y narrarnos algo interesante y mostrarnos el día a día de los Fantastic Four +1 y la gente que les rodea. Se nota la voluntad de Luhrmann de crear una serie interesante sobre un género musical que se creó en la calle y no es de extrañar que artistas como Nas o el verdadero Grandmaster Flash sean productores de la serie y hayan aportado su sabiduría. Lástima que hay que esperar hasta 2017 para ver la segunda parte de la primera temporada, y ojalá saquen un disco con las canciones de la serie, para poder escucharlo en bucle.